Amadis, es la hilandera más bella de la “Aldea Yosuf.”
Al buen hacer con su trabajo en lanas, se une un don de gentes fuera de lo
común.
No hay zagal en la aldea que no haya sufrido el
sonrojo de las mejillas, naufragando en
el “color de lago” de sus ojos, no existe aldeana capaz de resistir la compra de
sus hilos inducida tal vez por esa sonrisa tan limpia como un cielo marzo.
Hasta la
viuda del calderero (conocida por su avaricia) paga religiosamente el importe requerido por tan magistrales
labores.
Todo alrededor
de Amadis es color.
Las lloviznas
de primavera entonan melodías hipnotizadas por su forma de mirar las gotas en
los pequeños charcos que reflejan su hermosura.
Amadis es la
joven más feliz de todas.
Eso creía
yo.
Me
acerqué predispuesto tal vez por el
ambiente acogedor de su taller, a preguntarle el secreto de tanta alegría, de
tanta entrega a sus gentes…. De tanta
felicidad.
No salía de
mi asombro cuando me contó que en realidad ella estaba muy sola.
¿Cómo es
posible?, ¿Cómo puede ser que la persona más querida…..idolatrada de todas las
que habitan aquí se sintiese desgraciada?.
Entonces me
lo contó.
Me dijo que
en realidad ella era bailarina y que antes vivía en el bosque donde danzaba
como las hojas del sauce movidas por la brisa.
¿Y qué haces
aquí sufriendo cuando podrías ser lo que quisieras, estar dónde quisieras?
Una vez un
espíritu del bosque contempló mi danza y se enamoró perdidamente, me dijo que
me fuese a vivir con Él y que solo bailase para sus ojos.
Yo lo
rechacé pues una bailarina necesita respirar libertad para no manchar su arte.
Él, celoso, me lanzó un conjuro.
Solamente
podría bailar cada treinta jornadas en lo más profundo del bosque, en "la noche de
la luna" para que nadie más pudiese contemplarme……en una noche como esta.
Amadis, me invitó a ser su único espectador cuando la
luna estuviese alta y yo acepté el compromiso de hacerlo aunque el infierno se
interpusiese en mi camino.
Y dirigido
por la luna en un claro del bosque la vi danzar.
Vi el
espectáculo más maravilloso que ningún humano pudo contemplar jamás, sus
saltos, cabriolas, giros y contragiros, arrancaban el aplauso de los castaños cercanos.
Contemplé la
silueta de Amadís desprendiendo alegría, levitando cual diosa blanca bajo el
escenario más hermoso que nadie hubiese imaginado.
Tal belleza me
impactó aún más que la primera vez que la vi sentada hilvanando en su rueca.
Y con la “Dama
de la Noche” como testigo de mi presencia lloré de alegría viendo la ejecución
de su arte, disfrutando la pasión
ofrecida altruistamente, y contemplando por vez primera su verdadera forma de
bailarina antes de la maldición impuesta.
En la mayoría de las leyendas, el humano es maldecido a convertirse en animal, pero tambien está la parte contraria......la que maldice al animal a convertirse en humano.
HACEDME EL
FAVOR DE SER FELICES KARRAS.